Las frases caían descuidadas. Yo corría e intentaba alcanzar las nubes. Tú veías pasar las horas agarrado al humo que te quitaba la voluntad. Pasaba los días acariciando tu alma. Reía tu locura. Parecía que iba a ser eterno. El invierno llegó y ríos corrieron hasta inundar mi habitación mientras en la calle sonreía. El frío me heló el corazón. Un reloj se instaló en mi pecho y no me dejó respirar. Tus recuerdos aparecen, con ellos vuelve a brotar el agua.
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